Volamos desde El Calafate, donde disfrutamos del famoso glaciar Perito Moreno, a Buenos Aires con Lan (ahora Latam Airlines). Dedicamos, entonces, tres días de nuestro viaje por Chile y Argentina a conocer los lugares más atractivos de la capital argentina.
En el Aeroparque Jorge Newbery nos topamos con actitudes diferentes ante la misma situación: en un puesto de información y turismo nos señalaron dónde cambiar euros por pesos argentinos, al mismo tiempo que nos avisaban de que sería difícil que tomáramos el autobús hasta el centro porque había que pagar con monedas (la máquina no admite billetes) o con tarjeta (que exige un trámite costoso para conseguirla), por lo que nos recomendaban tomar un taxi; en otro puesto de información con el que dimos por azar, sin embargo, nos cambiaron los billetes por monedas para que pudiéramos utilizar el autobús (7 pesos).
Nos montamos en el autobús número 45 para ir al centro desde el aeroparque. Después de todo, la máquina de monedas no funcionaba, se tragó cinco pesos y nos devolvió el resto. Sin otra opción, el conductor nos llevó a nuestro destino.
Avenida arriba, avenida abajo
En el lado opuesto de
Aprovechamos nuestra estancia en domingo en Buenos Aires para ir a la siempre recomendable feria de San Telmo, la feria de cosas viejas y antigüedades que lleva celebrándose en el barrio de San Telmo desde 1970.
Pero antes, nos acercamos al llamado 'Paseo de la historieta', que la genial Mafalda se merece uno y mil reconocimientos por su humor inteligente.
Seguimos después hasta la plaza Dorrego, centro neurálgico del barrio y de la feria. Animada con espectáculos en la calle, puedes encontrar desde cintas para el pelo hasta mates, cualquier detallito para regalar a los que no han podido viajar contigo.
El lugar, eso sí, mereció la visita.
Para volver al centro desde Caminito, tomamos el autobús número 29 hasta la Plaza de Mayo, que sí contaba con que subirían turistas y vendían los billetes en la puerta misma del autobús.
Evita, un mito
Al día siguiente, salimos caminando hasta el cementerio de la Recoleta, pasando por los teatros Colón y Cervantes, y Tribunales, mientras comenzaba a llover. Llegamos hasta la Basílica Nuestra Señora del Pilar y el cementerio. Tan sólo algunas señales te guiaban hasta la tumba del presidente Sarmiento, curioso cuando menos, porque la mayoría buscamos la de Evita Perón (número 88 como indica el mapa de la entrada). Te recomiendo escuchar la historia sobre la tumba de Evita que cuenta la periodista Nieves Concostrina, conocida, entre otras muchas cosas, por el espacio 'El Acabose’ en Radio Nacional.
El cementerio está un poco descuidado, pero se intuye que debió de ser impresionante; hay tumbas que parecen templos, una ostentación en grado sumo y un olvido de igual magnitud. Vimos muchas placas con las que trabajadores o compañeros homenajeaban tanto a empresarios, como a generales, militares o familias ilustres.
A la salida, recorrimos calles que seguramente fueron de alto copete en algún momento de su existencia, hasta la Plaza San Martín y su Torre de los Ingleses, junto a la Estación Central. Paseamos después por la peatonal calle Florida, destrozada en bastantes tramos, con gente voceando “cambio dólares, euros, reales” y muchas tiendas.
Tras entrar un minuto a las Galerías Pacífico (el edificio es Monumento Histórico Nacional), de camino a casa, ya a las cinco de la tarde, disfrutamos de una parrillada, o más bien una parriclac (Clac era el nombre del local), con chorizo, morcilla, pollo, matambre, vacío y riñones, con ensalada y papas rústicas (con piel), por 130 pesos argentinos. Y un gran copazo de vino.
Un paseo más
El último día volvimos a la Plaza del Congreso y pateamos las avenidas Callao, Corrientes y Córdoba hasta el Edificio de Aguas Argentinas, muy original. Luego tomamos la línea A del metro, la más antigua y que desgraciadamente iban a cerrar esa misma semana, hasta la Plaza de Mayo.
Nuestra visita por la capital argentina terminó en Puerto Madero, donde se encuentra el Puente de la Mujer, del arquitecto valenciano Santiago Calatrava. Y a hacer la maleta de nuevo.