El mapa de la guía de Lonely Planet nos ayudó a situar nuestro hotel en Puerto Montt y, pese a que quisimos confirmarlo con algún autóctono, no conocían la calle por la que preguntamos. Después supimos que estábamos al lado… Cosas que pasan, también, en el fin del mundo.
El viaje de 12 horas en autobús desde Santiago de Chile dejó su huella y necesitamos descansar. Salimos tarde del hotel a buscar un lugar para comer, sin rumbo fijo. Erramos la dirección. Como descubrimos al día siguiente, hubiera sido mejor ir hacia el puerto, donde se encuentra el mercado de pescado.
El posterior paseo por la costanera fue helador, aun en el verano austral, para esta chicarrona del norte.
Desde Puerto Montt a Ensenada, Puerto Varas y Petrohué
Frente al mar, topamos con un quiosco de una agencia (Puma aventuras) que organizaba excursiones y nos gustó una que incluía el lago Petrohué, pasando por Ensenada y Puerto Varas, desde las 11 de la mañana hasta las 8 de la noche.
Quisimos investigar si podíamos hacer algo parecido por nuestra cuenta y fuimos a la estación de autobuses. Comprobamos que no nos daría tiempo a ver todo lo que ofrecía la excursión organizada, así que sacrificamos independencia por más lugares que conocer.
Para evitar, al menos, la turistada gastronómica de la excursión, compramos en un supermercado unas empanadas de carne, un milcao (cocido de papas ralladas y estrujadas con sal, manteca y chicharrones) y unos plátanos.
Quisimos investigar si podíamos hacer algo parecido por nuestra cuenta y fuimos a la estación de autobuses. Comprobamos que no nos daría tiempo a ver todo lo que ofrecía la excursión organizada, así que sacrificamos independencia por más lugares que conocer.
Para evitar, al menos, la turistada gastronómica de la excursión, compramos en un supermercado unas empanadas de carne, un milcao (cocido de papas ralladas y estrujadas con sal, manteca y chicharrones) y unos plátanos.
La primera parada fue en el Mirador Montt, donde el guía, Sandro, nos contó el origen de la ciudad, fundada con alemanes y suizos, que huían así de la crisis de sus países, porque los propios chilenos no querían vivir tan al sur, con tanto frío.
Si Puerto Montt perdió parte de su impronta alemana y suiza, no así Puerto Varas, la siguiente ciudad que visitamos. Aquí, el paseo corría por nuestra cuenta, así que con la guía en la mano, nos acercamos hasta la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, Monumento Nacional, y la gruta de Lourdes.
Lo malo de estas excursiones organizadas son las paradas extras. Y lo peor es que unos compañeros improvisados de viaje decidan cuánto tiempo estás en un sitio o que no vayas a otro porque hay quien no quiere. Nos llevaron a una primera navegación por una poza, en la que hasta pararon la barca para que fotografiáramos el cartel con el nombre de una isla minúscula… la isla Loreley.
Una vez reunidos todos, el plato principal: los saltos de Petrohué, en el Parque Nacional Vicente Pérez Rosales, nombre en honor del fundador de Puerto Montt.
Me encantaría ir a Puerto Montt y alojarme en una de las cabañas que tiene. He visto https://cabañas.online/puerto-varas/ y me ha entrado unas ganas tremendas. ¿Qué me aconsejas?
ResponderEliminar¡Hola, viajero! Todo depende de la ruta que te plantees hacer. Nosotros elegimos quedarnos en el mismo Puerto Montt, que era desde donde salía el barco en el que recorreríamos los fiordos chilenos y hacer una excursión por los alrededores, que incluyó Puerto Varas. ¡Ya me contarás!
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